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Mentiras o falsas verdades

El ser humano experimenta múltiples relaciones a lo largo de su vida; familiares, amistades y conocidos son parte del engranaje de nuestra existencia. Sin embargo, ¿cuánta relevancia tienen dichas interacciones para cada uno de nosotros?


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"Hola, ¿cómo estas?" es una frase de la cotidianidad, pero lo que no es común en este intercambio de palabras, es prestar real atención a la respuesta del interlocutor. Por otro lado, un "todo bien, ¿y tú cómo te encuentras?" es lo que gesticulamos, independientemente del estado de ánimo en el que nos encontremos. No hay necesidad de comunicar emociones, el modus operandi se reduce a volcar sentimientos, ideas y experiencias en la red social del momento. Además, parece que el día a día es muy convulsionado para detenernos a considerar a los demás. Inventamos artilugios modernos con el fin de mantenernos en contacto, pero lo cierto es que exponemos sólo una fracción de nosotros. Maquillar nuestras vidas para esconder los desaciertos es imprescindible. Podríamos asegurar que buscar compañía es una condición humana. Colocamos la etiqueta "amigo", creemos que nuestra apatía terminará si alguien nos comprende, o aseguramos que todo será mejor cuando encontremos pareja. ¿Realmente necesitamos de aquél o aquélla? En ocasiones, estas relaciones nacen del impulso de una convicción social, carencias emocionales, o hasta interés de cualquier tipo.


Más que establecer una conexión genuina con alguien, jugamos con la idea de ser reconocidos. No se trata de una regla general, sin embargo, parece que el origen detrás de ciertas interacciones cumple un motivo más profundo que la necesidad de socializar y tener compañía. Tal vez, a veces emulamos emociones, tal vez somos criaturas posando como humanos.



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