Crisis en las librerías
Veo con preocupación como las librerías en Venezuela (no sé si pasará lo mismo en otras partes del mundo) están llenando sus estantes y vidrieras con libros de autoayuda, autobiografías de gente de la farándula o de política, al punto que se está haciendo cada vez más difícil encontrar algo distinto a lo anterior. No soy tan egocéntrico para pensar que las casas editoriales están fracasando estrepitosamente, así que expondré algunas hipótesis que tengo respecto a esta situación.
Antes de comenzar a hablar de mis hipótesis de por qué está ocurriendo esto quiero criticar negativamente a esos géneros que actualmente se encuentran acaparando los estantes:
Autoayuda: la única ayuda que se da con esos libros es al bolsillo de su autor y su editorial. Es difícil decidir qué cosa es más absurda entre sus títulos que hacen sobreesfuerzo en llamar la atención y sus portadas tan poco artísticas. Sus historias casi siempre tienen un carácter sobrenatural, por ejemplo, un viejo chino que se le aparece a la gente para decirles algo y luego no lo ven más, o alguien que se muere en un accidente dejando objetos en sitios donde es imposible que haya llegado de haber muerto en el accidente. Contienen casi por obligatoriedad frases clichés a lo Paulo Coelho en las que no sienten ningún pudor en ponerlas en un párrafo exclusivo, en cursivas y entre comillas. Los que no son para el positivismo personal son guías de cómo hacerse rico o cómo tener éxito en algo. Pero no tienen que comprar un libro para ser ricos porque yo hoy en este post les diré cómo ser ricos, el secreto que Robert Kiyosaki no incluye en su libro "Padre Rico, Padre Pobre" pero que es su fuente verdadera de riqueza y bueno, aquí va: para ser ricos deben escribir un libro de cómo hacerse rico y encontrar pendejos que se lo compren.
Autobiografías de famosos: en este género podemos encontrar cualquier cantidad de idiotas que sienten que su vida es demasiado interesante y que deben compartirla con el mundo. Lo peor es que hay gente que le interesa. Cosas como cuántos güevos se mamó Ricky Martin para darse cuenta de que era homosexual no es algo que deba estar en ninguna biblioteca. De los personajes que no sé si por desesperación económica o exceso de vanidad han escrito libros personales están: Oscar D'Leon, Boris Izaguirre, Shirley Varnagy, Cala, Diosa Canales, Ricardo Montaner, Patricia Velásquez, entre otros. Capaz estoy falto de moral para criticarlos porque no me he leído ningún libro de este tipo porque no gastaría mi dinero en conocer la vida de ninguno de ellos, pero creo que si estos individuos sienten que tienen cualidades de escritor deberían escribir algo menos egocéntrico que hablar de sus propias vidas y colocar sus fotos en las portadas.
Política: estos tienen tan poca asesoría de marketing que si no fuera porque no hay libros buenos difícilmente llamarían la atención. Por ejemplo un libro dedicado a Afiuni (una jueza venezolana que fue encarcelada por irregularidades durante un proceso en el que dictó sentencia) y en la portada aparece un perro rabioso con el hocico abierto. Si no lo han visto por sus propios ojos se podrían preguntar: ¿y qué tiene que ver Afiuni con un perro rabioso?, la verdad no lo sé, y me causa tanta pena ajena la portada de ese libro que ni lo he agarrado para leer la sinopsis. Una gran mayoría de libros van con el tema de analizar el socialismo, o el efecto de Chávez sobre las políticas latinoamericanas y el negocio petrolero, o el colapso de la revolución. Otros pocos se dedican a recordar los tiempos de la llamada "cuarta república" y a defenderla poniéndola en comparación con la desastrosa "quinta república". A mi parecer tenemos suficiente tema político con la televisión, la prensa, las redes sociales y la gente que le gusta vociferar las noticias que lee como para pagar por lo que tengan que decir unos bate-quebrao's como Ramón Guillermo Aveledo o Teodo Petkoff sobre la situación del país.
Primera hipótesis: la piratería ha estragado a la industria literaria al punto de cohibir a los autores creativos capaces de crear una ficción o una sagas atrapa-jóvenes, incluso ha cohibido a la casas editoriales de traducir y reproducir obras extranjeras de este tipo, géneros que son atractivos justo entre las personas que saben aprovecharse de la piratería en la web. Entonces la respuesta del mercado fue publicar libros que no despierten la atención entre los piratas, libros que sólo las personas con poco conocimiento de internet les interesaría leer, y allí es donde aparecen los dichosos libros de autoayuda, los políticos y las autobiografías faranduleras.
Segunda hipótesis: que los libros del pasado, esos que se han convertido en clásicos de la literatura respondieron a las tendencias de la sociedad de su época: la Odisea tal vez fue una mera narrativa histórica con estilo griego con creencias religiosas válidas para la época; el retrato de Dorian Grey puede ser que haya sido algo de cotidianidad en la Iglaterra de los años de su publicación y con seguridad puedo decir que Rebelión en la granja fue una crítica al stalinismo en Rusia. Entonces estos libros que ahora invaden las vidrieras y la sección de novedades de las librerías están respondiendo a la sociedad actual, que se asume debe ser terriblemente enferma para que su expresión literaria sea los relatos sexuales de un cantante, el análisis político de un viejo senil que nunca supo cómo ganar unas elecciones, o en cuentos sobrenaturales de cómo a la gente le empieza a ir bien siguiendo frases cliché.
No sé cuál de las hipótesis es más trágica, porque la segunda es más triste, pero la primera es muy difícil de solucionar. En cualquiera de los casos es lamentable como uno de mis lugares favoritos para pasar un buen rato ojeando hasta dejarme convencer por un buen título y una portada atractiva (no me miento, soy de los que compra un libro por la portada) se ha vuelto un sitio aburrido en el que muy rara vez un libro me cautiva lo suficiente para comprarlo. Creo que no soy el único que quisiera que las librerías fueran otra vez como antes.