El pez que trepó un árbol
"Todos somos genios pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil" frase célebre de Albert Einstein que bien se puede aplicar al sistema educativo tradicional en el que todos los participantes son evaluados de igual manera. Y con este preludio quiero compartir una historia bastante personal para que sirva de consejo, motivación y reflexión, no sólo del tema universitario, sino de cualquier meta que tengan en la vida.
Usaré algunas imágenes de la pelea entre Tarzán y Sabor para narrar mi historia en la universidad.
Primera fase: enamorarme de una universidad, (Universidad Simón Bolívar - Valle de Sartenejas, Edo. Miranda, Venezuela) y establecerme como meta ser un ingeniero químico egresado de allí. Es una universidad tecnológica y de alto prestigio a nivel nacional e internacional, lo que suponía un reto que, tal vez que para mi nivel de madurez cuando estaba terminando el bachillerato, me quedaba demasiado grande, pero por suerte yo no lo sabía (sí, y digo por suerte, porque no me arrepiento ni por un momento de haber tomado esa decisión). Hay una frase que dicen en varias películas y series que reza "Tienes que ser muy valiente o muy tonto para hacer eso", pues yo fui muy tonto y tenía un ego demasiado grande por salir bien en pruebas de razonamiento y habilidad y los alientos de personas que te dicen que deberías estudiar esto o aquello en virtud de esas habilidades.
En resumen: apareció un objetivo retador, me lance a eso, y asesté mi primer golpe al quedar admitido.
Segunda fase: sentirme desafiante y ansioso por lograr mi meta. Ser aupado por familiares y amigos que tienen la expectativa de que seré un obvio triunfador al que se le hará muy fácil la vida en la universidad pues sus habilidades están dadas para eso. En mi primer año de la universidad salí airoso, no cómodamente debo decir, pero airoso al fin. Y eso lamentablemente alimentó más mi ego, al punto de sentirme un semidios en la tierra caminando entre los mortales que estudiaban en otras universidades o hasta de compañeros de la misma universidad que reprobaron materias en el primer año. Una acotación particular es que las materias del primer año son evaluadas mediante exámenes principalmente, esto es importante decirlo, porque dependiendo del tipo de evaluación se prueban aptitudes y/o actitudes.
Resumen: sentirme desafiante, ser aupado, salir airoso, ganar el primer round.
Tercera fase: llegado el segundo año de la carrera recibí el primer fracaso, dos materias reprobadas el mismo trimestre. Eso acabó totalmente con la confianza en mi mismo, y perdí el foco así como Tarzán perdió la punta de la lanza. De ahí comenzó una serie de fracasos en los que cada vez dudé más de que la universidad y la carrera fueran para mí. Más de una vez me sentí tentado a abandonar y estudiar algo más fácil en otra universidad. La inestabilidad política del país, las protestas y las deficiencias del transporte no facilitaron nada esta travesía. Tampoco lo hicieron esos compañeros que me buscaban para formar grupo o para estudiar cuando yo era "de los que más sabían", pero que dan la espalda cuando uno es el que va mal y que hacen comentarios despectivos o gestos inescrupulosos cuando llegan a saber tu índice o qué materias estás viendo. Y sé que los pensum (los que van al día, o no han raspado nada, o lo han hecho en materias no medulares) hacen comentarios bastante desagradables de los que se quedan atrás. A nivel de evaluación empieza a alterarse el método, ya hay laboratorios, redacción de informes, trabajos, y exámenes que en su mayoría más que poner a prueba habilidades, ponen a prueba qué tan organizado y metódico eres, cosa que no tengo. A veces hasta me parecía ver que algunos (pocos, y me gustaría pensar que en realidad ninguno y yo me imaginé las cosas) preparaban formas de hacer trampas, y se ponían a buscar ubicaciones estratégicas en el salón cuando yo en mi inocencia me preguntaba para qué, y me sentaba en primera fila. Y esas personas se convierten en profesionales exitosos, en buenas empresas, buenos sueldos, etc, lo que invita a reflexionar acerca de qué están garantizando los métodos de evaluación, si tener viveza es más importante que ser habilidoso, de si el filtro que aplica la universidad es el adecuado para que entren estudiantes capaces de culminar los estudios, entre otras cosas. Entre otras lecciones de vida, en esta etapa aprendí a las malas a no ser arrogante, viendo como todos mis conocidos se graduaban, de la misma universidad o de otra, y se incorporaban al campo laboral, o empezaban estudios superiores. Bastante aleccionador, aunque nada grato. Incluso mi índice llegó a bajar tanto que estuve a punto de salirme de los parámetros del régimen de permanencia.
Resumen: recibí el primer golpe, me desconcerté, perdí el foco, me desesperé, me angustié, sentí miedo a fracasar, a no ser capaz y sin embargo seguía ahí, tratando de recuperar el foco porque en el fondo, muy en el fondo, estaba seguro de poder lograrlo.
Cuarta fase: recuperar la motivación así como Tazán recuperó la punta de la lanza, y aunque ya algo agotado de un esfuerzo muy largo y del que no da tiempo a lamerse las heridas, enfrentar las últimas embestidas que este reto tenía para mí. En esta parte encontré a alguien especial en mi vida, la que estoy seguro es el amor de mi vida, y es mi principal aliada, razón por la cual no me lamento de cómo han sido las cosas, porque por una cadena de sucesos llegué a conocerla. Se suma también empezar a ver materias con profesores que dedican algunos minutos, a veces horas, en motivar a sus estudiantes, o mostrar ópticas y posibilidades que uno tiene en vez de estar cerrado a la idea de ser un empleado empresarial toda la vida, de lo que haya estudiado. Durante esta parte traté de nunca llamar la atención, de evitar hablar acerca de mi status académico porque me avergonzaba estar atrasado, pero sin dejar de aprender, de ir a congresos, ponencias, leer de diferentes temas, de crear competencias que me permitieran más adelante remontar. Creo haber sido tan sigiloso con este tema, que me imagino que algunas personas habrán pensado que había perdido la batalla, que había cedido y abandonado la universidad. Pero ahora estoy resurgiendo de este velo de misterio en el que me mantuve, y no sin algo de duda ahora me alzo con mi título y puedo decir "LO LOGRÉ".
Resumen: recuperé la motivación, resistí las últimas embestidas, silencio con el tema durante un tiempo, y finalmente salir victorioso.
Y hasta hace horas tenía pensado no publicar acerca de mi graduación, pero fui etiquetado en una foto y se reveló este tema, así que me dije: ya no lo puedo seguir ocultando más, y debo aprender a vivir con esto y sacarle lo mejor. La verdad es que no tengo porqué avergonzarme, porque fui perserverante cuando lo más fácil era rendirse, fui honesto y fiel a mis convicciones cuando ser vivo, tramposo o ensalzar a profesores hubiesen sido atajos que hubiesen hecho más fácil las cosas, y más que nada, porque estuve en un sistema que no favorece las habilidades que yo tengo y que me hizo sentir como un retrasado mental durante muchos años, y aún así lo culminé. Soy un pez que trepó un árbol, que nunca retiró una materia incluso si para el último examen tuviera que sacar la nota completa para pasar porque "no puedo con esto" no es una frase que pueda emanar de mí.
Ahora sé que esos son valores que no pueden figurar en un CV, que la mayoría de empresas buscan personas con buen índice, que en muchos casos quien te juzga es alguien con habilidades que lo hacen exitoso en el sistema educativo tradicional y te menosprecia por no encajar con eso pero no pretendo cambiar las cosas de un día al otro por conveniencia mía, sólo me automedico un poco de realidad y a la vez invito a quien me lea de reflexionar sobre ese tema, y tal vez en algunas décadas se logre un cambio educativo para que personas con distintas habilidades o fomas de absorber infomación puedan ser exitosas académicamente en vez de sentirse frustradas. Y no hablo sólo por mí, también lo hago en nombre de compañeros y conocidos que van atrasados en sus estudios y me consta que son personas valiosísimas, honestas, que aportan mucho, que de hecho son muy buenos ciudadanos, con formas de pensamiento vanguardista pero lo tradicional no les va.
Un aliento para aquellos que se sienten trabados en el sistema educativo: sí se puede, nunca se fracasa hasta que se deja de intentar. Pero si pueden encontrar el medio en el que son unos genios mejor todavía; la universidad no es la única vía a ser profesional o exitoso, traten de encontrar la manera en la que pueden explotar sus potenciales y retransmitan esta reflexión para que algún día logremos el cambio educativo que el mundo necesita.
Por si quieren recordar (o ver por primera vez) esa escena de la pelea entre Tarzán y Sabor, acá les dejó el vídeo